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Carlos
Neuenschwander Landa: Huellas en el Camino de la Medicina Este libro contiene las memorias del tránsito, dilatado y fecundo, de Carlos Neuenschwander por la medicina peruana. Con Prólogo de Fuad Jarufe Mazzo, esta obra, de cuya gestación teníamos conocimiento desde la presentación de las Memorias de Javier Llosa García, reune, organizada a lo largo de la trayectoria vital del autor, información indispensable para la historia de las ciencias de la salud principalmente en Arequipa. Si bien el libro nos retrotrae a los comienzos de la formación médica del autor, de periplo accidentado, se circunscribe a su presencia en la asistencia médica y la primera propuesta y desarrollos posteriores de la Facultad de Medicina de la Ciudad Blanca. No se detiene, sino ocasionalmente, en la entraña arequipeña, en la vida cotidiana de una ciudad de tanta tradición y encanto. Quien ha leído un libro anterior de Neuenschwander, Paititi, en la bruma de la historia (Arequipa, 1983) echará de menos el ameno estilo descriptivo y la proyección autobiográfica de su personalidad, exploradora, audaz y aventurera. El aporte arqueológico del maestro arequipeño se dio mientras cumplía sus funciones pioneras y organizativas en el campo médico (Ministerio de Salud, Instituto Peruano de Seguridad Social, Facultad de Medicina de Arequipa), tareas para las cuales también se necesitaba tenacidad, continuidad y búsqueda de métodos originales, presentes en el arqueólogo vocacional que sólo contaba con retazos de tiempo. Con estudios de premédicas en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, su peripecia aventurera lo llevó a Uruguay, de donde vino graduado como médico. Desde su regreso a Arequipa se dedicó a la asistencia médica y la organización sanitaria, desde la Unidad Departamental, con un enfoque moderno, preventivo, social y comunitario. Psiquiatra autodidacta, no perdió ocasión para lograr una formación regular en Lima con los maestros Honorio Delgado y Carlos Alberto Seguín, y en la Universidad de Miami, en goce de una beca en el Jackson Memorial Hospital. Fue el primer psiquiatra -mejor dicho neuro- psiquiatra- ejerciente en Arequipa y profesor de las materias respectivas en la Facultad de Medicina que contribuyera a formar. Tuve oportunidad de beneficiarme con la experiencia de una escuela médica que buscó la excelencia desde sus primeros pasos. Formé parte del grupo itinerante de jóvenes profesores de la recién fundada Universidad Peruana Cayetano Heredia, que por lapsos variables de dos semanas a un mes, desarrollamos los cursos de introducción a la psiquiatría (Psicología Médica y Semiología Psiquiátrica), durante los años 1962-63. El ritmo de trabajo era duro: se nos recogía del aeropuerto y trasladaba directamente al Hospital General de la Pampilla, escenario de la enseñanza tanto expositiva cuanto práctica. Había algún receso para un almuerzo frugal y estábamos de regreso al Hotel Selva Alegre a las cinco de la tarde. Como quiera que las clases comenzaban a las 7: 00 a.m., por permitirlo el clima, teníamos que emprender camino al hospital a las 6:30 a.m., hasta el fín de la tarde. Las prácticas las hacíamos con los pacientes del consultorio externo de Psiquiatría, a veces con la ayuda de algún enfermero que hacía de intérprete del quechua o aymara. También en las salas de internación, al pie de las camas de los pacientes. La densa actividad del día era a veces interrumpida por la invitación de colegas, al mediodía, para disfrutar, desde el techo del hospital, de alguna bella imagen del Misti y los otros volcanes tutelares. Fue una grata experiencia sensibilizante que la conservo entre mis más preciados recuerdos y que reanudo, cada vez que se me ofrece la oportunidad de visitar Arequipa. Las memorias de Neuenschwander comprenden todo el abanico de realizaciones en el campo de la salud en Arequipa que tiene un momento importante con la creación de la junta de reconstrucción y desarrollo de Arequipa, después del terremoto que asoló la ciudad en enero de 1960 y que determinó que el Hospital para tuberculosos próximo a inaugurarse, visto el estado ruinoso en que se encontraba el Hospital Goyeneche, se transformara en Hospital General de La Pampilla, hoy con merecido epónimo, Hospital "Honorio Delgado". También la posición de médico primero y de director general después de la macro-región del Sur con sede en Arequipa -antes, se produjo la unión de los ex hospitales Obrero y del Empleado- permitió a nuestro autor examinar la problemática de la seguridad social de nuestro país, en un enjundioso ensayo crítico que es uno de los más valiosos del libro por su elevado nivel doctrinario.
La creación de la Facultad de Medicina de Arequipa, encuentra una crónica breve pero comprensiva de su desarrollo por uno de sus principales animadores hasta su retiro por mandato legal. Encontramos en estas páginas la explicación de por qué sólo 20 años después de su creación Neuenschwander se incorporara formalmente como jefe del departamento de clínica médica y posteriormente del de neuropsiquiatría, para acceder al decanato por dos períodos consecutivos. Por dos años nuestro autor ofició de Director General de Organización del Ministerio de Salud, lo que lo obligó a trasladarse a Lima por ese lapso. Fue en esas circunstancias que lo traté de cerca, pues su interés por la salud mental lo llevó a crear una subcomisión que propuso uno de los primeros planes nacionales de salud mental. Acompañé en esa aventura a Baltazar Caravedo y a Humberto Rotondo y me sorprendí de la capacidad de trabajo de Neuenschwander, pues encontraba tiempo para presidir esta subcomisión pese al tráfago del trabajo burocrático propio de una dirección general. Los dos últimos capítulos del libro se refieren a la evolución del concepto de salud en Arequipa, a cuya forja ha contribuido con otros eminentes médicos arequipeños, y la evocación de su colegas, "hombres tallados en el recuerdo". Como no podía ser de otro modo, el libro termina con una invocación desde la perspectiva humanista y antropológica, por los valores permanentes de la relación médico-paciente ante la visión simplificadora de los que llama "médicos modernos o de hoy", fascinados por los avances tecnológicos y los procedimientos exploratorios que ganan para el acto médico en profundidad lo que pierden en humanidad. Nacido en Arequipa, por la actividad de minero de su padre, hubo de pasar gran parte de su infancia y su adolescencia en las serranías y las zonas selváticas del sur del Perú. De ahí que sus estudios primarios fueron obligadamente "desescolarizados", lo que marcó con la impronta de la autodisciplina formativa que lo acompañaría toda la vida y que aún hoy, en el retiro, en su lúcida ancianía, mantenga esa actitud contestataria, no conformista, que nos permiten reconocer hoy sus raíces agrestes, voluntaristas y extracitadinas. Carlos Neuenschwander Landa, en reconocimiento de su trayectoria, fue presidente honorario del comité organizador del Quinto Congreso de la Academia Nacional de Medicina "Javier Llosa García", realizado en Arequipa en octubre de 1999. En la cena de clausura en el Club Arequipa, escuchamos su evaluación del encuentro, en un tono amable pero crítico que no tenía por qué sorprendernos a quienes lo conocemos y nos honramos con su amistad. Javier Mariátegui |