Transtornos
de la conducta alimentaria en adolescentes
Dr.
Eleodoro Freyre Román (*)
Introducción
Los trastornos de la conducta
alimentaria (TCA) son problemas conductuales resultantes de una compleja
interacción de factores genéticos,
biológicos, psicológicos, familiares y socioculturales
(1-3). En el último Manual de Diagnósticos, el DSM-IV,
de 1994 (4), se consideran 3 tipos: la Anorexia Nerviosa (AN), la Bulimia
Nerviosa (BN) y un tercer grupo denominado "No Especificado".
Tanto la anorexia como la bulimia tienen subtipos. Sin embargo, otras
organizaciones científicas especializadas (1) incluyen un 4° tipo
de TCA que es el de la Ingesta Compulsiva, causante de obesidad y más
frecuente en adultos por lo que no lo incluimos en la presente revisión.
La ingesta compulsiva es considerada en el DSM-IV como uno de los TCA
del grupo No Especificado (4).
A excepción de la Ingesta Compulsiva, los demás TCA predominan
francamente en adolescentes mujeres y en adultas jóvenes. Se trata
de trastornos frecuentes y en franco incremento a nivel mundial que han
llegado a constituirse en verdaderos problemas de salud pública.
Según el DSM-IV, la prevalencia actual de la AN es estimada en
0.5% a 1% y la de la BN está considerada en 1% a 3% en adolescentes,
pero estudios europeos revelan cifras mayores que llegan al 4-5% (1).
Es más, en el año 2002 se encontró que 14% de jóvenes
norteamericanos de 16 a 20 años presentaban actitudes anoréxicas
o bulímicas que podrían ser premonitorias (1). En Arequipa,
vemos el problema con frecuencia creciente, habiendo sido testigos de "microepidemias" en
unas aulas de colegios de la localidad (3,5). Las adolescentes mujeres
son afectadas mucho más que los varones en proporción de
9:1 y, entre ellas, el problema es más frecuente en las atletas
o gimnastas, las de las fuerzas armadas, las vegetarianas y las que tienen
pubertad adelantada (1,4,6).
Se estima que la edad promedio
de inicio para la AN es de 13-15 años
y de 14-17 años para la BN (1,4). Contrariamente a lo que se creía
antes, ya está aclarado que no hay diferencias significativas
en la prevalencia de los TCA en relación a la condición
socioeconómica ni a la raza, habiéndoseles declarado como
un problema "global" (7). Sí son más frecuentes
en las zonas urbanas, donde se difunde lo relativo a comida y delgadez,
que en las zonas rurales (4). El coeficiente intelectual de los pacientes
adolescentes con TCA es normal o normal-alto (1,4).
Se trata de trastornos muy
complejos y hasta desconcertantes que, aunque se ha avanzado mucho
en su etiopatogenia en los últimos años,
quedan aún muchas interrogantes no resueltas. Pensamos que somos
los pediatras los médicos primarios que tenemos la mayor responsabilidad
de detectar oportunamente estos problemas y participar activamente en
su manejo y prevención.
Etiopatogenia
La etiopatogenia es multifactorial
y queda aún por aclarar si
algunos de los diversos factores que intervienen son causantes, predisponentes,
concomitantes o consecuencia de la enfermedad.
Entre los factores mentales y psicosociales de la AN y la BN se observan
frecuentemente los siguientes (1,4):
1. Personalidades limítrofes ("borderline").
2. Trastornos de personalidad por evitación.
3. Tendencia a la depresión y trastornos ansiosos.
4. Narcisismo.
5. Trastorno de la imagen corporal.
6. Conducta impulsiva y frecuente abuso de sustancias, que es más
común en la bulimia.
Las siguientes manifestaciones
pueden y deben ser apreciadas por el pediatra: baja autoestima tanto
en la anorexia como en la bulimia; sentimiento
de ineficiencia, falta de iniciativa, de rebeldía y de expresividad
emocional, conducta bizarra con la preparación y almacenamiento
de la comida, e inhibición social y sexual, predominantes en la
AN. Irritabilidad, manipulación, impulsividad y abuso de sustancias,
más frecuentes en la BN (1,4).
Los factores familiares que predominan en la anorexia son (1,4):
1. Alto porcentaje (38%) fueron urgidas a adelgazar en la niñez.
2. Madres intrusivas.
3. Padres y/o hermanos hipercríticos.
En la bulimia los factores
familiares más frecuentes
son (1,4):
1. Madres desligadas.
2. Desórdenes psiquiátricos y abuso de sustancias en otros
miembros.
3. Abuso sexual.
En ambos tipos de TCA son frecuentes (1,4):
1. Infancia insegura.
2. Obesidad familiar o personal previa
3.Mayor número de familiares con TCA que en la población
general.
La influencia sociocultural
es evidente y poderosa, habiendo una difusión
comercial intensa y totalmente contradictoria de comida abundante y mal
balanceada pero provocativa (comida "chatarra") y, a la vez,
de un estimulo hacia la delgadez como indicador de elegancia, belleza
y buena salud. Este doble mensaje, muy difundido por los medios de comunicación
y en el que se invierte millones de dólares anuales, es factor
de influencia importante en el incremento mundial de la AN, la BN y la
ingesta compulsiva con obesidad (8-10). Además, se ha implantado
el concepto de que el adelgazamiento en mujeres jóvenes es un "éxito" y
se le aplaude como un triunfo sobre las tentaciones de la llamada "comida
rica", triunfo digno de orgullo. De esa manera se refuerza el concepto
deformado de la delgadez en las adolescentes y adultas jóvenes
(8-10).
En los TCA del adolescente
se encuentra una serie de cambios o alteraciones biológicas, en especial del sistema neuroendocrino que, como se
dijo, algunos podrían ser predisponentes, concomitantes o secundarios.
Así por ejemplo, en muchas anoréxicas se encuentra el eje
HHG a niveles prepuberales o correspondientes a edades menores (4,11),
la hormona de crecimiento suele encontrarse reducida (1,4), hay hiperadrenocortisismo
(1), hormonas reproductivas bajas que podrían ser previas a la
enfermedad por cuanto en algunos casos hay amenorrea antes que se manifieste
la AN (1,4), T3 baja en muchos casos lo cual altera la conversión
de riboflavina en co-factores (12). En la anorexia, también se
ha encontrado niveles bajos del factor de crecimiento insulínico
(IGF-1) y algunas alteraciones en la actividad de la melatonina (1).
La leptina, que se eleva normalmente en la pubertad de manera similar
en ambos sexos hasta el estadio 4 de Tanner y luego se incrementa en
las mujeres mucho más que en los varones, contribuyendo de esa
manera al acúmulo graso femenino y al dimorfismo sexual (13),
está reducida en la AN y en menor proporción en la BN en
relación al estadio de Tanner (13). Esto es opuesto a lo que se
observa en la obesidad adolescencial (13).
Recientemente, se ha descrito cambios en el factor Ghrelin en la AN.
Se trata de una hormona producida en la mucosa gástrica que, normalmente,
estimula la hormona de crecimiento, aumenta el apetito y reduce la utilización
de la grasa corporal (14). Se asumió, por lo tanto, que este factor
estaría reducido en la AN, pero sorprendentemente se le encontró elevado
debido, al parecer, a una escasa utilización tisular periférica
(14).
En la BN, se ha reportado
cambios en el receptor opiode cerebral m-OR similares a los que se
encuentra en los drogadictos (15). Tanto en la
AN como en la BN se ha descrito una reducción de la serotonina
(5-HT) de manera similar a lo que ocurre en la depresión y en
los trastornos obsesivo /compulsivos, habiéndose planteado que
los ciclos de comilona /ayuno de la bulimia podrían tener el siguiente
mecanismo:
a) la comilona eleva el triptofano
que estimula la producción
de 5-HT y se produce bienestar;
b) en el ayuno que sigue a la comilona, cae el triptofano y por ende
la 5-HT, produciéndose irritabilidad y estado depresivo que urge
a una nueva comilona;
c) la nueva comilona vuelve a elevar el triptofano y la 5-HT retornando
el bienestar (16,17).
En lo que más se ha avanzado en los últimos dos años
es en el elemento genético de los TCA que sentaría la base
predisponente (1, 18, 19). Así por ejemplo, se ha establecido
que entre los pacientes con TCA hay un número significativamente
mayor de familiares que sufren o han sufrido del mismo problema y de
trastornos psicopatológicos del tipo que se ven en los TCA en
comparación con la población general (1). También
se ha comprobado mayor frecuencia de TCA en hermanos gemelos idénticos
que en los mellizos (1). En 1,500 mellizos finlandeses se registró mayor
frecuencia de la llamada "conducta dietante" y "disatisfacción
corporal" que en la población general, con significación
estadística (20). Agranat, ha descrito recientemente un nuevo
síndrome caracterizado por dismorfias, trastornos ortopédicos
e ingesta compulsiva con obesidad que sugiere fuertemente un trastorno
genético (21).
Se ha reportado la existencia
de un gen receptor de serotonina (HTR1-B) que predispondría a las alteraciones en la 5-HT (1). Hay autores
que sostienen que el o los genes involucrados estarían ubicados
en el cromosoma 1 (18).
Estas evidencias de una base
genética predisponente para los
TCA sugiere que los factores familiares y socioculturales actuarían
como desencadenantes o perpetuadores.
Esta etiopatogenia multifactorial
y compleja deja aún ciertas
interrogantes sobre hechos que se observa en los pacientes con TCA y
de las que hemos sido testigos en algunos de nuestros casos, tales como: ¿por
qué la AN tiene un subtipo bulímico y viceversa?; ¿por
qué se puede cambiar de un tipo de TCA a otro con el tiempo?; ¿por
qué, aunque en muchos casos se requiere de tratamientos prolongados
bien llevados sin mayor éxito, algunas veces se observan curaciones
espontáneas?
Criterios Diagnósticos
Por razones de espacio, expresamos
los criterios diagnósticos
del DSM-IV (4) resumidos y refraseados pero, por cierto, manteniendo
el concepto fundamental.
Criterios Diagnósticos para la anorexia nerviosa:
1. Rechazo a mantener el peso
corporal en el mínimo para la edad
y sexo (85%) o índice de masa corporal inferior a 17.5 kg/m².
2. Miedo intenso a subir de peso aún estando emaciado.
3.Trastorno de la imagen corporal y negación de las consecuencias
del adelgazamiento.
4. Amenorrea por un mínimo de 3 meses.
Subtipos de anorexia nerviosa:
1. Tipo restrictivo, con dieta severa.
2. Tipo ingesta compulsiva/purgativa
El segundo tipo es denominado por otras autoridades en la materia: "subtipo
bulímico" de la AN y "anorexia bulímica" (1).
Criterios diagnósticos para la bulimia nerviosa:
1. Episodios recurrentes de
comilonas (ingesta abundante en menos de 2 horas) con sensación de pérdida
de control.
2. Actitudes compensatorias que pueden ser: a) purgativas (vómitos,
uso de laxantes, enemas o diuréticos); b) no purgativas (períodos
de ayuno y/o ejercicio intenso para bajar o evitar subir de peso).
3. Las comilonas y actitudes compensatorias ocurren al menos 2 veces
por semana y por un mínimo de 3 meses.
4. Trastorno de la imagen corporal.
5. El diagnóstico de BN no se asigna si estos episodios ocurren
durante la anorexia nerviosa.
Subtipos de bulimia nerviosa:
1. Tipo purgativo.
2. Tipo no purgativo.
El DSM-IV considera los siguientes
criterios para el diagnóstico
de los TCA considerados como "no especificados":
1. "Todos" los criterios diagnósticos
de la AN excepto amenorrea.
2. "Todos" los criterios diagnósticos de AN, incluyendo
adelgazamiento significativo, pero con peso en límites normales.
3. "Todos" los criterios de BN pero con episodios infrecuentes:
menos de 2 veces por semana o durante menos de 3 meses.
4. Actitudes compensatorias con cantidades moderadas de comida.
5. Masticar y escupir sin deglutir grandes cantidades de comida.
6. Ingesta compulsiva, tipo comilona, pero sin actitudes compensatorias.
Hemos puesto entre comillas
la palabra "todos" en los 3 primeros
tipos de este tercer grupo de TCA que el DSM-IV considera, porque el
decirlo de esa manera invalida varios de los criterios diagnósticos
para la AN y la BN. Es también pertinente reiterar que la "ingesta
compulsiva", que el DSM-IV incluye en el grupo no especificado,
es considerado por muchas autoridades como un tipo de TCA que causa obesidad
(1).
Nosotros hemos observado en
varios casos, actitudes relacionadas con la comida que resultaron ser
premonitorias o prodrómicas de un
futuro TCA, tales como:
a) episodios ocasionales de
ingesta abundante y vómito;
b) preocupación exagerada u obsesiva por el peso y las formas
corporales, y dietas frecuentes pero con límite;
c) expresión frecuente del deseo de adelgazar sin tener un peso
excesivo y sin hacer ayunos o adoptar actitudes compensatorias (5).
De manera muy concreta, se
ha definido a la anorexia como una "aversión
a la comida que lleva a la emaciación" (1) y que, en el fondo,
parece ser una manera de evitar los cambios adolescenciales manteniéndose
en un nivel infantil protector (1). Y a la bulimia se le describe como "la
incapacidad para controlar el impulso de una ingesta abundante y luego
recurrir a actitudes compensatorias para evitar subir de peso" (1).
Manifestaciones clínicas
Las principales manifestaciones
clínicas en la anorexia son:
adelgazamiento progresivo, astenia, amenorrea, intolerancia al frío,
bradicardia, hipotensión arterial, estreñimiento, lanugo
y, a veces, seudoictericia por caro- tinemia. Dependiendo de la severidad,
puede también producirse hipoglicemia, trastornos hidroelectrolíticos
y minerales, osteopenia, arritmia, y alteraciones inmunológicas
linfocitarias (4, 22, 23). En casos raros, se ha descrito encefalopatía
metabólica (1). En la BN lo más común es observar:
peso cambiante entre moderadamente bajo o alto, irregularidad menstrual
y molestias gastroesofágicas. En los purgativos: trastornos hidroelectrolíticos,
prolapso rectal por laxantes, arritmias, y si los vómitos son
frecuentes: alteraciones del esmalte dentario, hipertrofia parotídea,
callosidades en los nudillos de los dedos de las manos por la inducción
del vómito, esofagitis y hasta ruptura esofágica. En las
bulímicas que abusan de sustancias, se observan las manifestaciones
propias de cada droga.
Diagnóstico
diferencial Antes de considerar una AN
o una BN, es indispensable descartar otros procesos orgánicos o mentales que pudieran imitarlos, lo cual
es más importante y complejo en la AN ya que hay enfermedades
que causan pérdida de peso, debilitamiento, amenorrea, tales como:
cáncer, TBC, SIDA, hipertiroidismo, diabetes juvenil, enfermedad
de Addison, malabsorción intestinal, ileítis regional,
y trastornos ginecológicos causantes de amenorrea, incluyendo
embarazo juvenil (1-3).
Tanto para la AN como para
la BN, también se deben tener en cuenta
los cuadros psicopatológicos que pueden dar conductas dietantes
como la esquizofrenia y la depresión severa, por ejemplo (1-3).
Identificación de personas en riesgo
Es importante el diagnóstico precoz de estos TCA del adolescente,
porque la intervención temprana mejora el pronóstico (1).
A nivel individual, algunos de los tipos "no identificados" así como
conductas dietantes e indicios de una disatisfacción corporal
deben poner en alerta al médico ya que pueden ser premonitorios,
así como los factores predisponentes o condicionantes genéticos,
psicológicos, familiares y socio-culturales ya descritos.
Tratándose de despistajes masivos o grupales, que debieran hacerse
con mayor frecuencia en nuestro medio, se aplican cuestionarios de despistaje.
Entre los más aceptados y empleados están: el "Scoff",
concebido en Inglaterra, el Eating Disorder Inventory Test (EDI) y el
Health Related Hardiness Scale (HRHS), ambos norteamericanos, y el Test
de Conducta Alimentaria de Argentina (1). De éstos, el más
difundido es el "Scoff" por ser simple y haber demostrado su
eficacia (1). El "Scoff" incluye las siguientes 5 preguntas:
1. ¿Se siente Ud. mal cuando está moderadamente
lleno?
2. ¿Pierde Ud. el control sobre el volumen que come?
3. ¿Ha bajado Ud. más de 5 kg recientemente?
4. ¿Se considera Ud. gorda a pesar que otros la ven delgada?
5. ¿Siente que la comida domina su vida?
Más de 2 respuestas positivas es de alta sospecha y amerita una
evaluación personal.
Tratamiento
1. Principios generales:
Los principios básicos
generales del tratamiento de la AN y la BN en adolescentes son:
a) que sea interdisciplinario y con un enfoque biopsicosocial;
b) que el grupo terapéutico sea integrado por el médico
primario (pediatra), psicólogo clínico o psiquiatra según
el caso, asistente social y, en muchos casos, nutricionista;
c) todos los integrantes del equipo terapéutico deben estar debidamente
capacitados en los TCA;
d) hacer una detección oportuna, que es responsabilidad del médico
y que éste se encargue de organizar al grupo terapéutico;
e) explicar al paciente y su familia la realidad de la enfermedad, la
forma de tratamiento, la evolución que puede producirse en estos
casos y el pronóstico, que ha mejorado en los últimos dos
años (1, 24).
El objetivo fundamental del
tratamiento de los TCA es lograr la aceptación
incondicional del paciente y de la familia a someterse a lo que el equipo
profesional indique para la recuperación nutricional y psicosocial.
Sin esta condición no es posible lograr resultados favorables
como ocurre con aquellos que van al médico contra su voluntad
(1).
El criterio actual es el de
manejar a la gran mayoría de estos
pacientes en forma ambulatoria y sólo se hospitaliza transitoriamente
a quienes tengan algún riesgo orgánico importante, como
desnutrición severa, arritmias, hipotensión severa, trastorno
hidroelectrolítico que requiere rehidratación parenteral,
entre otros (1,4). Asimismo, se recomienda la hospitalización
cuando el manejo ambulatorio bien llevado no da los resultados esperados
y cuando hay cuadros psiquiátricos que requieren de vigilancia,
psicoterapia intensa o fármaco- terapia (1, 4).
2.
Manejo médico de
la anorexia nerviosa:
El tratamiento médico de la AN se basa en la recuperación
nutricional y metabólica y en la administración de medicación.
La recuperación nutricional debe ser lenta iniciándola
con 1,200 a 1,500 calorías/día que se va aumentando paulatinamente
para lograr una ganancia inicial de peso de 0.5 kg por semana aproximadamente
en las primeras semanas y, luego, ir incrementando la alimentación
hasta llegar a unas 2,500 a 3,000 calorías/día. Dado que
estos pacientes tienen pavor a subir de peso, un intento de recuperación
ponderal más rápido lleva a la angustia del enfermo y al
abandono del tratamiento (1, 5). Suele emplearse el sistema de recompensas,
que aunque más es empleado en los casos hospitalizados puede también
aplicarse a algunos ambulatorios. La idea es ir concediendo cosas que
el paciente desea y que irá logrando si sube un mínimo
de peso (2). Se administra también multivitamínicos y minerales,
en especial zinc, calcio, y fosfatos, haciéndole entender claramente
que esos elementos no son para producir ganancia de peso, sino que reponen
los déficits indispensables para su seguridad. Se debe dejar muy
claro al paciente que no se trata de que "engorde" sino de
proteger órganos vitales y que su vida no esté en peligro.
En el paciente hospitalizado la intubación se requiere en algunos
casos y también deberá seguirse el mismo principio. El
mayor error está en la administración excesiva de glucosa
por el riesgo de hipofosfatemia (1, 25). Se recomienda la administración
de la dehidroepiandrosterona (DHEA) para mejorar la osteopenia que los
estrógenos solos no lo logran (26,27). La DHEA, además,
contribuye a la recuperación de los ciclos menstruales (26). Recientemente,
se ha empleado la Risperidona, un antisicótico, en los casos graves
y en dosis de 0.5-1.5 mg/día (28). Además, por cierto,
se tratará las complicaciones orgánicas.
3.
Manejo médico de
la bulimia nerviosa:
Se basa fundamentalmente en
las complicaciones hidroelectrolíticas
en los casos purgativos, en las gastroeso- fágicas, en las cardiovasculares,
dentales y en aquéllas resultantes del abuso de sustancias (1,
4).
4.
Tratamiento psicológico y psiquiátrico:
Sólo incluimos información general al respecto para que
el pediatra esté familiarizado con los métodos más
empleados en la actualidad. Se emplean 3 métodos:
a) Terapia cognitiva/conductual
(TCC), que consiste en superar ideas irreales y negativas sobre la
apariencia física y la comida;
b) Terapia interpersonal (TIP) cuyo principio es superar los problemas
personales y psicosociales;
c) Terapia familiar (TF), en la cual la familia se integra al grupo terapéutico
y se libera al paciente y a la familia de culpa indicando que la enfermedad "es
el villano" y hay que derrotarlo (24, 29, 30).
Métodos psiquiátricos en patología mental y psicofarmacoterapia.
Se aplican también la hipnosis, la luminoterapia y las llamadas "imágenes
guiadas", pero no hay aún demostración científica
de su verdadera validez (1).
5.
Tratamiento psicofarmacológico: a. Anorexia: En la actualidad
se recomiendan la TF y la TIP según
el caso. La fluoxetina no da buenos resultados en el cuadro activo, pero
sí ayuda a evitar recaídas (24, 31).
b. Bulimia: En estos casos los mejores resultados se logran con la TCC
y la TIP combinadas. La fluoxetina sí es eficaz en el cuadro agudo
(1, 24).
Curso y pronóstico
En este aspecto se encuentra
en la literatura datos muy variados. En lo que sí hay acuerdo es que la AN tiene curso más prolongado
y es de peor pronóstico que la BN. La respuesta terapéutica
y el curso suelen variar entre los aspectos orgánicos y los psicosociales,
pudiendo recuperarse unos y persistir los otros. En la AN, empeoran el
pronóstico: el inicio precoz, una evolución de más
de 6 años, los trastornos psicológicos severos y la combinación
con la diabetes tipo 1 (1, 4). En la BN, el pronóstico es peor
cuando: el inicio es tardío y el consumo de sustancias. Curiosamente,
en la AN el pronóstico es peor en el subtipo bulímico y
en la BN el subtipo no purgativo (1, 4).
Los datos sobre mortalidad
también son muy variados y en muchos
casos no se especifica claramente la metodología terapéutica
empleada (1, 4). La mortalidad en la AN es mayor, variando de 1 a 15%,
con cifras de 3-4% en los estudios más serios (1, 4). Para la
BN, las cifras actuales van de 0.5% a 2% (1, 4, 24). La causa de muerte
más frecuente en ambos tipos son las complicaciones orgánicas
graves; y, además, en la AN el suicidio y en la BN el abuso de
sustancias (1, 4).
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(*) Médico Pediatra. Profesor
Emérito de la Universidad Nacional de San Agustín de
Arequipa (UNSA).
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