Cayetano Heredia y la visión peruanista

Dr. Alejandro Graña Aramburú


Al retirarse Bolivar del Perú en l826, dejaba el saldo de cinco naciones libertadas del dominio peninsular Europeo. No obstante, la idea de libertad no tenía aún significado cabal en las mentes criollas. Existía un doble tiraje: por un lado aquellos que deseaban a tientas entrar a un mundo nuevo para el mejoramiento de sus negocios, entre los que se hallaban gentes que proclamaban y trataban de dar forma a la idea de libertad; y otros que siguiendo la inercia virreinal vacilaban en la verdad de su nuevo estado social (2).

El libertador conocía la ambición de los líderes criollos, y preocupado por la generación de caudillos políticos redactó la Constitución Vitalicia en la que ejercería funciones de por vida un presidente, una especie de rey simbólico apoyado por el Congreso y un Consejo de Ministros, verdaderos instrumentos gobernantes. En esencia buscaba la unidad, no sólo del Perú sino de todas las naciones libertadas. La Constitución Vitalícia pudiera haber significado el vínculo de homogeneidad para calmar ambiciones, sin embargo fue rechazada (2,4).

La consecuencia inmediata de la Independencia fue la desmenbración. La Gran Colombia sucumbió bajo las ambiciones de Páez y Santander que formaron Venezuela y Colombia, respectivamente, y Quito, la provincia del sur, se constituyó en el Ecuador.

Perú perdió Guayaquíl y todo el Alto Perú, que se transformó en Bolívia por una decisión de la Asamblea de Chuquisaca, mediada por Sucre. Siguió una etapa de desconcierto: ¿Quienes eran amigos y quienes enemigos? La obra de Bolivar quedó por doquier en manos de caudillos (2).

Los primeros cincuenta años independientes del Perú fueron caóticos. Se retrocedió en el orden interno y en la economía, apenas si las instituciones civiles mantenían su curso mientras los gobiernos cambiaban de manos con frecuencia (2,4).

Don José Cayetano Heredia atestiguó toda la transformación del Perú. Nacido en l797 en el pueblo de Catacaos, entonces en la provincia de Trujillo, llegó muy joven a Lima para ingresar al Real Colegio de San Fernando a los 16 años, aún en la plenitud virreinal de la ciudad. Al parecer era hijo natural (6,8) y su extracción fue pobre, pero de alguna manera encontró el camino de la educación, aprendiendo anatomía con el profesor Pezet, así como matemáticas con Gregorio Paredes. Poco a poco avanzó en la Ética, Lógica y Metafíica y fue aprobando estas materias respaldado en su labor por el Rector don Fermín de Goya. Más tarde aprobó Física y Patología bajo la dirección de Miguel Tafur, eminente anatomista, resultando excelente disector y graduándose primero de Pasante y luego de Bachiller en Medicina en l823, ya entrado el período independiente (6).

Su carrera como anatomista fue larga, nombrándosele Director de la materia y después Regente de la Cátedra de Artes y Catedrático de Clínica Externa. Durante los conflictos internos del país fue Cirujano Militar, nombrado Inspector General de Hospitales por el presidente Orbegoso (6).

El Colegio de la Independencia

¿Qué pasaba con el Colegio de la Independencia?

Es bueno recordar que San Fernando empezó siendo un instrumento educativo del reino, por orden real, y se crearon partidas para su funcionamiento inspiradas por la influencia de Unanue sobre el virrey Abascal y sobre el rey (1, 8,). El mismo Unanue separó el Real Colegio de San Fernando de la Universidad de San Marcos, y cuando sobrevino el movimiento libertador empezó su decadencia económica y moral. Las rentas eran seguramente insuficientes, los maestros escasos, y el interés en el estudio médico decayó, tal vez porque no resultaba atractivo o por el propio desorden que abrigaba el país, que corría hacia un destino incierto (1, 6).

Despojado de sus atributos reales y de sus partidas, el entonces Colegio de la Independencia compartía el rumbo desgreñado de la nación entera (4). Estaba todavía en vigencia el Protomedicato, institución de herencia virreinal que regía tanto el aspecto educativo como funcional de la carrera médica. La independencia no había pretendido necesariamente la modernización y todavía su sistema de organización institucional guardaba resíduos fósiles de los viejos tiempos. Ese era el problema: ser libres pero afiliados en estructura al antiguo régimen, y más todavía sin plata (2).

Sea como fuere, don Cayetano es nombrado Protomédico General del Perú en l843, en el período oscuro de la educación médica, colocándolo el cargo en posición privilegiada para la reforma que venía madurando desde tiempo atrás (8,9). Es decir, sacar al Colegio del letargo motivacional y educativo en que lo había postrado el precipitado cambio independiente. Irónicamente, la libertad había empobrecido cultural y económicamente a las instituciones, y el colegio no era ajeno a ello (6).

Labor educativa

Dos figuras notables intervienen en tiempos sucesivos a calar hondo en los aprestos de su espíritu: Don Javier de Luna Pizarro, el sacerdote y político de ideas liberalistas que preside el Congreso Constituyente de l822 (4), y que había ejercido ámplia labor docente como Rector del Colegio de San Fernando, que guía su formación educativa y patriótica; y don Ramón Castilla, militar de actitudes democráticas avanzadas que en su lucha por unificar el país libera a los negros esclavos y presta ayuda a la educación (4,6), haciendo que el Colegio regrese a la Universidad de San Marcos.

Por Decreto-Ley, en l850 el Colegio se convierte en instrumento de la Facultad de Medicina de dicha universidad, pasando a formar parte de la misma. Años más tarde se conformarían cinco Facultades: Ciencias Naturales, Letras, Jurisprudencia, Teología, y Medicina (6).

Heredia ha sido motor de ese cambio y es creyente que para la recuperación educativa y ética del Colegio es indispensable que su control regrese al seno universitario. Es así que se hace partidario acérrimo de la competencia para obtener y ejercer la función docente. Establece en forma definitiva el sistema de concursos para profesores. Sólo los más capaces y proclives a la enseñanza podrán desarrollar esos cargos (1,6).

Junto con los conocimientos científicos exije el comportamiento moral, destacando sobre todo el tema de la responsabilidad en la enseñanza y en el ejercicio médico (9).

Ya desde l843 empieza a materializar su gran preocupación por la formación integral de los jóvenes alumnos, planteándoles un camino hacia la excelencia. Exije el conocimiento científico de primera línea y promueve el comportamiento de los valores vigentes en el siglo, como eran la abnegación y la devoción al enfermo. El siglo XIX genera en sus comienzos el movimiento romántico, expresado en personalidades tan grandes como Lord Byron en su obra poética y su lucha por la independencia de Grecia; así como en la producción de Victor Hugo, que escenifica el tema del drama romántico en su "Hernani" o en "Los Miserables" (5). El triunfo pertenece al héroe que lucha por los altos valores sociales e intelectuales. A tanto llega la exaltación de estos valores, que el poeta Goethe es coronado como el Júpiter Olímpico (11).

Es por esos años de vivo romanticismo europeo, que Heredia empieza a reconocer que el avance médico radica en especial en poder de los grandes profesores parisinos llenos de efervescencia y curiosidad intelectual. La vorágine cultural emana desde París hacia el resto de Europa y América con la fuerza de un centro solar. Es por eso que estimula a los graduandos a viajar a esa ciudad a empaparse de las nuevas trayectorias que señalaban esos maestros del momento (6,8,9). Entiende que sólo de las mejores fuentes del conocimiento deberán nutrirse los nuevos valores que provocarán el cambio fundamental de la medicina peruana hacia una nueva luz de progreso(9).

Parte de su peculio lo sacrifica a esta noble labor, pero es admirable que no sólo se contente con que los nuevos médicos estudien en París, sino que se las arregla para ejercer vigilancia sobre ellos. Constantes cartas lo mantienen al corriente del quehacer de los mismos, y entre otros, Casimiro Ulloa le presta ayuda invalorable con sus reportes sobre el progreso de los jóvenes en la Ciudad Luz (6, 8, 10). Aquella ciudad donde Corvisart hace renacer el valor de la percusión clínica, donde Laennec, descubridor del estetoscopio, estudia; Charcot empuja la naciente neurología y Trousseau aplica la toracocentesis. Es el corazón de la Europa científica donde Denonvilliers hará progresar la disección anatómica, Fournier trabaja en la sífilis, y donde eventualmente madurarán su labor grandes cirujanos pioneros (11). Es tierra donde fructificará el trabajo incesante de Louis Pasteur en el terreno de la microbiología y la infectología, y nacerán los primeros conceptos de la asepsia. Pronto, al otro lado del mundo, en Boston, un oscuro dentista, William Morton, aplicará los efectos anestésicos del eter en la extracción de una muela abscedada, revolucionando por entero el paso de la cirugía (12).

Entre las figuras señeras que lo acompañan en su labor de reforma figuran como sus discípulos más cercanos e ilustrados: José Casimiro Ulloa, más tarde Secretario del Colegio; Rafael Benavides, luego profesor de partos y pediatría; Mariano Arosemena, Corpancho, Odriozola, D´Ornellas y varios otros. Todos elementos que a su tiempo contribuirían al paso de la reforma lúcida que planteaba y desarrollaba el maestro (6, 9).

El así que el Colegio de San Fernando comienza a resurgir de un estado casi moribundo hacia un verdadero recinto universitario, a donde lo último de la medicina y cirugía mundiales llegan a través de aquellos que regresan del viaje de "perfeccionamiento" en la pujante Francia de entonces (6,9,10). La institución no sólamente gana prestigio, sino que vive un verdadero renacer de entusiasmo intelectual y científico. Allí se forjarán los nuevos integrantes de aquella pléyade de brillantes profesionales que darán lustre a la medicina y cirugía científicas más avanzado el siglo (6,8,9).

Las frescas ideas europeas ayudaron también a un mejor entendimiento de la enfermedad, a traves de la teoría bacterian de Pasteur, contribuyendo a la higiene pública y al mejor control de las epidemias o "pestilencias" que atacaron lima en l868 y 69 (4,6). Se luchó así contra el acúmulo de materias orgánicas en descomposición, como abogaban los miasmáticos, y contra la transmisión de enfermo a sano, según los contagionistas (4).

Reformador visionario

Consecuencia de la actitud reformista de Heredia fueron las innovaciones que se produjeron años más tarde en el campo de la asepsia, cuando Constantino T. Carvallo, primer catedrático de Ginecología e inspirado en el gérmen de la modernidad, viaja a Europa y trae los esterilizadores quirúrgicos de Poupinel, los guantes de Halsted y el primer aparato de Rayos X (1,6); y cuando en su momento son recibidas con avidez las técnicas de la cloroformización, según las experiencias de Simpson en Escocia (7,12).

De la misma manera, sigue el oleaje de profesionales interesados en ir a Europa y establecer contacto con los pioneros de la cirugía. Juvenal Denegri es uno de los que viaja a Viena y trabaja intensamente con Wertheim para traer las técnicas de la cirugía ampliada del cáncer uterino y aplicarla en su rutina en el Hospital de Santa Ana (3), Néstor Corpancho también estudia con Pean en Francia y su acción pionera en la ginecología peruana es de indudable valor. En todos ellos habitaba el germen innovador de Heredia, el motor del progreso y la modernización (6,8,9).

Una de las ciencias que renació con el empuje refrescante de Heredia fue la Medicina Legal, adormecida por mucho tiempo. Dada su profunda comprensión de la anatomía, entiende que el servicio de la práctica forense es también un avance para ilustrar las causas de la muerte e incorpora su estudio a nivel universitario. Tiene oportunidad muchas veces de practicarla él mismo y hasta llega a hacer la autopsia de José Faustino Sánchez Carrión, célebre procer de la independencia (6).

En fin, cuando en l856 se abre el nuevo ciclo de estudios de la Facultad de San Fernando, no sólo existen nuevas materias como la Toxicología y Medicina Forense, sino que se da especial importancia a la práctica hospitalaria, sobre todo de la cirugía, que había permanecido estática en años anteriores. Se fomenta el conocimiento teórico con la apertura de una nueva biblioteca, un jardín botánico y un museo de Anatomía Patológica, todo basado en el principio organizador de la Universidad de París (6, 8).

Por encima de esta labor, el mérito más destacado del Maestro fue la formación de una nueva generación de facultativos pensantes y de tendencia hacia el futuro, cuyas influencias científicas y vocacionales se iban a dejar sentir hasta comienzos de la siguiente centuria (9).

De las grandes personalidades extranjeras que cooperaron con él en la enseñanza destacan Eboli y Raimondi. Ambos de nacionalidad italiana, el primero ejerce la cátedra de Química por algunos años, y Antonio Raimondi enseña Zoología y Botánica, ciencias de la mayor importancia en relación a la medicina. Una de las consecuencias de los ámplios estudios naturalistas de Raimondi fue descubrir el país ante el mundo y develar sus tesoros en la extensa obra que publicó: "El Perú" (4).

Conclusiones

Cayetano Heredia puede considerarse a todas luces el más ilustre visionario médico del Perú independiente. Sin su influencia hubiera sido incierto el porvenir del Colegio de San Fernando y tal vez la enseñanza podría haber caído en un letargo que con los años habría sido fatal y acompañado un retraso abismal en la profesión.

A su iniciativa reformista se debe sobre todo la recuperación del prestigio del Colegio Médico y su retorno al seno universitario de San Marcos, pero también el eco del interés docente y científico que sembró repercutió a finales del siglo en la renovación de los estudios, incluyendo nuevas cátedras como la de Técnica Microspcópica y Bacteriología, al regresar de Europa el doctor Ricardo Flóres, en l890; y la de Ginecología por el doctor Constantino T. Carvallo en l895. Es decir, estableció desde mediados del siglo el contacto con el mundo desarrollado del momento, que él consideraba era Europa, y creó un vínculo de información por medio del cual llegarían también en el futuro esos conocimientos a Lima.

Las grandes revoluciones científicas del pensamiento europeo, como fueron el tema central de la evolución, establecido por Darwin; la bacteriología de Pasteur; la antisepsia de Lister; la valoración positiva de los hechos sociales de Auguste Compte; y la fisiología de Claude Bernard, fueron llegando oportunamente y tomando sentido ilustrativo en las nuevas generaciones que Heredia impulsó.

Cabe mencionar que jamás la obra innovadora es producto del trabajo de un sólo hombre. A su lado laboraron múltiples figuras descollantes y abnegadas como el doctor Miguel E. de los Ríos, su colaborador y sucesor, y José Casimiro Ulloa, fiel soporte de su labor académica, dando mucho después lugar a la aparición de figuras ya impregnadas de energía de avanzada. Meritorio esto cuanto la segunda mitad del siglo XIX estuvo caracterizada en el Perú por las vacilaciones de los gobiernos, que oscilaron entre el abuso y la impotencia, o la mediocridad.

El espíritu de abnegación y sacrificio de Daniel A. Carrión, como tal, reflejó años más tarde los sentimientos de dedicación y entrega a la profesión, tales como los que Heredia había enseñado, incluyendo un especial amor al Perú, aunque en actitud totalmente personalista. Es decir, valorar el establecimiento de los hechos, antes que el aprecio a la propia vida: "un hombre de ciencia debe comprobar con su experiencia propia y luego opinar". Esta generosidad extrema no puede dejarse de lado en el caso de Carrión, pese a que el balance entre racionalidad y pasión haya derivado en su persona en poderoso romanticismo científico, común en una época en que las autoinoculaciones no eran raras en el mundo de la ciencia europea, como la de Schaudin con la Entamoeba Histolytica, que lo llevó al deceso.

El médico, en el concepto herediano, debía ser un héroe que absorbiera todos los posibles conocimientos, con el único fin del servicio desinteresado hacia la práctica del más alto nivel, entregando su accionar al progreso del Perú. Eso nos colocó en la era moderna y nos extrajo de los últimos nexos del colonialismo.

Bibliografía

  1. Alayza, Francisco. Historia de la Cirugía en el Perú, Lima, l992.
  2. Basadre, Jorge. El Azar en la Historia y sus Límites. Ediciones P.L:V:, Lima, l973.
  3. Bello, E. Historia de la Ginecología en el Perú. Re. Med. Peruana, 1933;53:816-26;54:863-74.
  4. Contreras, C; Cueto, M. Historia del Perú Contemporáneo Pont. Univ. Catol., Univ. Pacif., Inst. Est. Peruanos.
  5. Enciclopedia Interactiva del Mundo Hispano: Vol:2, Edit. Océano.
  6. Lastres, Juan B. Historia de la Medicina Peruana, Tomo II, UNMSM, l951.
  7. Leonardo, Richard. History of Gynecology. New York, Froben Press, l944.
  8. Paz Soldán, C. E. Himnos a Hipólito Unanue, Lima, l955.
  9. Paz Soldán, C. E. Los Discúpulos de Cayetano Heredia. Inst. de Medicina, Lima, l956.
  10. Peñaloza, J. Daniel A. Carrión, José Casimiro Ulloa y Evaristo M. Chávez. Diagnóstico 2000;3(4).
  11. Robinson, Victor. The Story of Medicine, New York Home Library, N.Y., l944.
  12. Robinson, Victor. Victory Over Pain. Henry Shuman, New York, l946.