Testimonio de la Vida y Obra del doctor Eduardo Cáceres Graziani
Semblanza
Andrés Solidoro Santisteban
Eduardo Cáceres Graziani, chinchano, médico, funda-dor de la prestigiosa Escuela de Cáncerología del Perú y gestor de la institución que lleva su nombre; Amauta, Canciller de la Orden Hipólito Unánue, Gran Oficial de la orden Daniel A. Carrión; Premio Concytec, Premio Roussell, medalla Fundación Hipólito Unánue, Gran Cruz de la Orden Cayetano Heredia, Premio Athayde de la UICC; autor de 115 trabajos originales y co-autor de 12 libros de la especialidad, miembro de 52 sociedades médicas alrededor del mundo y de 12 comités editoriales de revistas médicas internacionales, que regresó a su patria en 1952, y cuya figura iluminó la cirugía y la cancerolo-gía peruana -por toda la segunda mitad del siglo veinte- dirigió el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas por 33 años. Tuvimos el privilegio de trabajar a su lado más de treinta años y este es nuestro testimonio por que creemos que su historia debe ser relatada en primera persona.
Formando especialistas
Lo vi por primera vez cuando, postulando yo para una plaza de residente del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas que él dirigía, y presidiendo él el jurado califica-dor, fui sometido a un implacable escrutinio; una carta de presentación que estaba muy lejos de hacer de tarjetazo daba fe de que el postulante era una persona honrada, capaz y trabajadora y así era presentado para que la Comisión de Selección lo evaluara; en algún momento de la entrevista se invitaba al postulante a la lectura y traducción simultánea de un párrafo de una publicación médica en inglés; ahora -50 años después está confirmada la importancia del idioma para un médico en formación y su valor como factor de evaluación de competencias.
Pasado el escrutinio terminé convertido una semana después en el R1- residente de primer año en la jerga del hospital, impecablemente uniformado, miembro del “house staff” responsable del cuidado integral de los pacientes de la institución. Hombre de acción, ECG había implementado en la institución que dirigía y que había organizado, un sistema de adiestramiento y formación de especialistas, a semejanza del Residentado Americano; los jóvenes médicos residentes eran incorporados a uno de los 14 departamentos para rotar en el primer año por todas las especialidades. La dedicación era
exclusiva y a tiempo completo; las jornadas sin horario estaban signadas por el trabajo médico sin descanso, el permanente aprendizaje y el camino a la excelencia; porque un implacable sistema eliminatorio de selección piramidal garantizó por años la calidad profesional de los residentes del INEN. Después de 3 ó 4 años de este riguroso entrenamiento los ex-residentes egresaban como médicos especialistas en cáncer para hacer su práctica profesional y docencia en diferentes instituciones del país.
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Frieda Heller,su paciente benefactora , creó la Fundación para el financiamiento y Eduardo Cáceres gestionó y consiguió el terreno , y supervisó personalmente la construcción y el aquipamiento del hospital que lleva su nombre. |
El compromiso del Dr. E. Cáceres con la formación del especialista no terminaba allí; incentivó el perfeccionamiento de los médicos de la institución en los más prestigiosos centros del extranjero y para ello usó sus innumerables relaciones de amistad con los mejores e influyentes cancerólogos del mundo. Llevó este compromiso hasta su retiro y desde el Instituto de Investigaciones Maes Heller siguió apoyando esta empresa con una devoción y entrega llevada a extremos de altruismo como cuando ya retirado y casi a los noventa años de edad, y sin mayor fortuna personal, hace donación de los cien mil dólares de su premio Athaide de la UICC, para un fondo de educación de médicos especialistas en cáncer. Soy testigo de primera mano de cómo su gestión personal me llevó disfrutar un fellowship en el D. de Medicina del MSKCC, y estoy seguro de que las decenas de cancerólogos igualmente favorecidos por este su empeño sentirán la misma eterna gratitud hacia el maestro.
Ahora la especialidad está reconocida por el Colegio Médico, ha sido escolarizada por varias Universidades y, tiene cientos de miembros incorporados en servicios y departa-mentos de clínicas y hospitales, así como Sociedades Científicas. La Asociación de Ex-residentes del INEN que reune a más de mil egresados del programa, mantiene encendido el pebetero de la figura de Eduardo Cáceres “El Maestro” y todos los que fuimos moldeados en esa institución llevamos la impronta de su personalidad.
Comprometido con su misión…
Hasta ahora me pregunto cómo hacía ECG para ser el cirujano de las largas jornadas operatorias y el celoso adminis- strador del magro presupuesto de su hospital; el vigilante obsesivo de los servicios de mantenimiento, y el animador infaltable de las reuniones científicas del hospital: el entusiasta promotor de los proyectos de investigación, y el director preocupado por la calidad de la cena de los residentes de guardia del hospital. La explicación tiene que ver con la completa entrega de su energía vital a la institución; era de los primeros en llegar y de los últimos en salir no era raro encontrarlo en su oficina por las noches su presencia en el hospital los días sábados era normal y los domingos también.
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Autor de 115 trabajos originales y co-autor de 12 libros de especialidad ; miembro de 12 comités editoriales de revistas médicas internacionales. |
Para materializar su proyecto había convenido con el Ministerio de Salud en recibir un salario de tiempo completo y dedicación exclusiva renunciando al beneficio económico de su práctica privada - con cuyos ingresos cubría el sueldo que se le había asignado y después de lo cual quedaba un saldo a favor para la caja del hospital; algunos políticos de la época no llegaron nunca a entender cómo un exitoso profesional, ahora funcionario, podía renunciar a una parte del fruto de su trabajo extra y confiar enteramente en la administración pública.
Honestidad, transparencia, entrega…
Su honestidad y transparencia quedaron demostradas una vez más, cuando fue convocado por un Presidente de la República para ofrecerle el Ministerio de Salud, oferta que no aceptó porque el Presidente no pudo garantizarle un año de estabilidad que era el tiempo que ECG estimaba que necesitaba para organizar la salud pública del país. Predicaba que las cosas ajenas debían cuidarse mejor que las propias, y como el hospital le pertenecía al país debíamos cuidarlo doblemente y como practicaba lo que predicaba, administró la institución con dedicación absoluta y desinterés y desprendimiento ejempla- res; otro presidente agradecido le preguntó qué quieres para ti y ECG le respondió: un terreno para construir el nuevo local del INEN, presidente. Tres días más tarde lo llamó para decirle: ya tiene tu terreno. Así comenzó la construcción del nuevo local del INEN y una muestra más del desprendimiento del Dr. Cáceres.
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Amauta , Canciller de la Orden Hipólito Unánue. Gran Oficial de la Orden Daniel A. Carrión medalla de la Fundación Instituto Hipolito Unánue , Premio Athayde de la ULCC. |
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Staff médico que el Dr. Caceres coformó y dirigió durante su gestión como Director del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas. |
Ejerció su práctica privada en el hospital mientras estuvo vigente su contrato para dedicación exclusiva y sus honorarios iban a la caja del hospital, y tuvo después el buen cuidado de sacarla del ámbito del hospital al terminar el acuerdo, para conservar la transparencia de su gestión hizo que las muestras de gratitud que le daban sus pacientes privados beneficiaran al hospital y no a su persona: todos los presentes que le ofrecían y todas las ofertas de favores terminaban beneficiando siempre al hospital y a los pacientes del hospital.
Nunca se interesó en las múltiples propuestas que le hicieron para formar empresas privadas de prestación de servicio de atención de cáncer; rechazó también la proposición para encabezar la organización de un sistema prepagado de seguro contra el cáncer, por que pensaba que esos proyectos podrían interferir en el desarrollo de la misión que se había impuesto.
Un local nuevo para el viejo INEN
Los últimos años de su gestión estuvieron dedicados compulsivamente a concretar el sueño de un local adecuado para un INEN de los nuevos tiempos. Esta empresa gigante empezó cuando una paciente le demostró su gratitud creando con su fortuna personal una Fundación para construir un local nuevo; gestionó el terreno y lo consiguió cuando un presidente agradecido le preguntó “qué quieres para ti” y él le pidió el terreno -que le fue concedido- para el nuevo hospital; convocó arquitectos y les transmitió sus ideas para un local en que convergieran el estudio y la atención ambulatoria y hospitalizada del paciente con cáncer; la atención multidisci-plinaria y la interconsulta- al mismo tiempo que se dotaba de facilidades y garantizaba la asepsia de un Centro Quirúrgico y de protección a las actividades para Terapia y Diagnóstico por radiaciones.
Los planos fueron sometidos a la consulta y escrutinio de todas las especialidades, y por supuesto expuestos a las sugerencias y demandas de espacio que podrían haber desnaturalizado el proyecto sino fuera porque el Dr. Cáceres tenía una idea firme del marco conceptual dentro del que debía trabajar los arquitectos. La construcción fue supervisada personalmente por él, y el equipamiento también, con el aseso-ramiento de varios miembros del staff del hospital. Nunca ninguna sombra de duda sobre la transparencia de la gestión desdibujó esta tarea formidable. El nuevo local había sido diseñado con criterio funcional que superaba todos los problemas de circulación de la atención ambulatoria y de albergue hospitalario, se erguía como una impresionante estructura de cemento caravista: era un palacio comparado con el INEN de A. Ugarte
El hospital se inauguró cuando Eduardo Cáceres había cesado en sus funciones de director; estaba sentado entre el público el día de la ceremonia cuando a la sola mención de su nombre una cerrada ovación espontánea y prolongada, de todos los asistentes puestos de pié rompió el silencio del ambiente de Angamos para decir “Gracias en nombre del país Dr. Cáceres”.
Investigación clínica y básica
La creación de conocimiento por la investigación científica era su más fuerte motivación. Concibió la idea de un ambiente para la investigación básica que sirviera de soporte a la investigación clínica que idealmente sería la razón de ser del nuevo instituto; instaló los cuarteles de su otoño en los ambien-tes del Instituto Maes Heller -construido a sugerencia suya- desde donde alentaba, y proporcionaba consejería y soporte a los proyectos de investigación de las nuevas generaciones. Al mismo tiempo canalizaba el apoyo material de la Fundación Peruana de Cáncer para los médicos becados para entrenamien-to en centros de alto nivel del extranjero y concretaba su viejo anhelo de un Registro de Cáncer para el Perú. Este, a nuestro juicio uno de los más valiosos aportes de ECG al control del cáncer en el Perú, solo pudo actualizarlo hasta el periodo 1993-1997 en la edición que entregó al país en el mes de diciembre del año 2004, cuando estaba por cumplir 90 años de edad.
Autoexiliado en Miami hubo de gestionar la nacionali-dad americana para poder materializar la pensión del gobierno americano a la que tenía derecho y nunca antes había gestionado; el funcionario que lo juramentó tuvo el gesto inusitado e inusual de comentarle “mi país se siente honrado de que una persona como Usted Dr. Cáceres adopte su ciudadanía……”
Este testimonio nace del deseo de dejarle al país y a la profesión médica y a las generaciones futuras, la imagen de un epónimo ejemplar para servirles de guía e inspiración. Nosotros, colegas, ex-colaboradores, amigos y ex-residentes, que lo llevamos en el corazón, sentimos su presencia en todas las ocasiones en que a manera de plegaria invocamos su memoria preguntándonos respetuosamente, en momentos de duda, qué hubiera hecho el doctor Cáceres en esta situación? y lo mismo harán, estamos seguros, las generaciones futuras llevando su memoria a la eternidad.
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