Eduardo Cáceres: Cirujano de Cáncer

Luis León Atoche

El Dr. Eduardo Cáceres Graziani era un cirujano nato. Su formación y adiestramiento en el “arte/oficio” de la cirugía empezó en el Departamento de cirugía del Hospital 2 de Mayo con su maestro el Dr. L. de la Puente. Allí adquirió destrezas y compromiso con esa mezcla tan esquiva de afición, disciplina y entrega que dibuja a los cirujanos de verdad. Su viaje a Estados Unidos lo llevó al Chicago Tumor Institute primero y luego al Memorial Sloan Kettering Cancer Center de New York. Ambas instituciones pioneras en el tratamiento del cáncer en el mundo. Cuando volvió a Lima, Cáceres era un cirujano con una sólida formación y conocimiento del cáncer.

Cirujano radical.- La cirugía fue desde los inicios, y por largo tiempo, el único tratamiento curativo del cáncer. No había al principio un conocimiento cabal de esta enfermedad ni los medios que permitieran un diagnóstico oportuno: la mayoría de los casos se diagnosticaban en estadios tan avanzados de la enfermedad que ahora serían considerados “primariamente inoperables”. La cirugía del cáncer de la época era, como es de suponer, necesariamente radical, y los cirujanos especialmente formados con el conocimiento de la anatomía, la técnica, la destreza y el coraje indispensables para la práctica de la cirugía de cáncer.

Retornó al Peru cuando tenía 37 años de edad para organizar una moderna y eficiente institución especializada en cáncer.

Su más importante legado.- El Dr. Cáceres asumió el desafío de practicar esta cirugía en el Perú para lo cual implementó un Centro Quirúrgico que tenía el soporte de un Servicio de Anestesiolgía de alto nivel de excelencia, Central de esterilización, Banco de sangre, Instrumentación, Sala de Recuperación y Cuidados de post-anestesia implementados para la cirugía de alto riesgo programada. Y lo más importante una mística y disciplina que se respiraba en el ambiente. Eduardo Cáceres era el cirujano mayor, el cirujano maestro, el que enseñó con el ejemplo a treinta promociones de cirujanos de cáncer. Las sesiones quirúrgicas en el INEN de los prime- ros años se prolongaban hasta avanzada la tarde por la complejidad y la magnitud de los procedimientos de cirugía radical y ahí estaba el Dr. Cáceres creando mística y devoción por la cirugía del cáncer. Por eso es mi opinión que su más importante legado ha sido su fervor docente de educador nato al que se veía inmensamente feliz cuando educaba haciendo de la sala de operación su aula predilecta que lo colmaba de satisfaccciones.

Cirugía pionera.- Uno de esos procedimientos qui- rúrgicos fue la adrenalectomía bilateral que fue propuesta para tratar cáncer avanzado de la mama, y realizada por primera vez en el Perú en 1953, después de superar los problemas metabólicos de la supresión adrenal; mastectomía ultrarradi- cal, amputación inter-escápulo-torácica, hemipelvectomía, y disecciones ganglionares linfáticas en axila, ingles y regiones epitrocleares, eran otros procedimientos que el Dr. Cáceres practicaba en esos años al compás de lo que era el “state of the art” de la cirugía de cáncer de la época.

Multidisciplina.- Para el tratamiento de la enferme-medad primariamente irresecable el grupo liderado por E. Cáceres ensayó una serie de procedimientos algunos de los cuales demostraron su valor y siguen vigentes. Mencionare-mos la criocirugía del tumor a células gigantes y el quiste aneurismático del hueso, la perfusión hipertérmica del melanoma avanzado y sarcomas de tejidos blandos de las extremidades, así como el autoinjerto de hueso.

El gran mérito del Dr. Cáceres, como cirujano de cáncer es además el haber implementado en la institución que dirigía, la multidisciplina para el manejo de la enfermedad. La primera especialidad concurrente era la Patología; el Dr. Cáceres hizo obligatorio el estudio anatomo patológico de la pieza operatoria, acabando con la etapa marcada por la costumbre obviar el estudio histopatológico de la enfermedad. ECG fue pionero en imponer la obligatoriedad del estudio patológico de la pieza operatoria, creando una información que ahora es indispensable con fines de selección de trata-miento y pronóstico y para registro epidemiológico. El alto grado de calidad alcanzado en estos estudios permitió a la institución participar junto a los mejores centros de cáncer del mundo, en los ensayos cooperativos que buscaban determinar el rol de algunos procedimientos como la disección ganglio-nar regional en la cirugía de melanoma, cáncer de la mama y otros tumores.

Al concluir su periodo de director del Instituto Nacional de Enfermedades neoplásicas se dedicó a apoyar la investigación y hacer el Registro de cáncer de Lima en el "Instituto de Investigación Maes Heller".



La información proporcionada por el estudio anato-mopatológico de la pieza operatoria permitía determinar si la excéresis quirúrgica había sido completa; en el caso contrario el riesgo de recurrencia tenía que ser controlado por radioterapia. Los criterios para la indicación de este trata- miento complementario fueron claramente determinados en el departamento de Senos y Tumores Mixtos del que fue Jefe y fundador el Dr. Cáceres. El año 1976 Bonadonna del Instituto de Tumores de Milán demostró que la administración de quimioterapia a pacientes operadas con cáncer de mama cuyos ganglios axilares tenían metástasis se beneficiaban de la administración de quimioterapia con criterio que se denominó “adyuvante”. Este hito marcó el inicio de una serie de ensayos prospectivos aleatorizados en busca del trata- miento adyuvante ideal que mejorara los porcentajes de curación de la cirugía del cáncer de la mama; en estos grupos de ensayos participaron los especialistas del Departamento de Senos del INEN dirigidos por el Dr. Cáceres, y sus observa-ciones fueron publicadas en las revistas más prestigiosas de la especialidad .

Mi maestro, el maestro, - Fui R1 (residente de primer año) del doctor Eduardo Cáceres el año 1964, y pertenezco a la 16a promoción de cirujanos oncólogos adiestrados en el programa de residencia médica de post-grado que fundó el Dr. Eduardo Cáceres en 1953. Soy testigo de primera mano de la alta cirugía que practicaba cotidianamente el maestro, del orden y disciplina, de la asepsia rigurosa, de la destreza y entrega del personal auxiliar enfermeras instrumentistas y circulante Pero por encima de todo, de las enseñanzas, de la formación y disciplina recibidas, proceso que se prolongó en los años que tuve la fortuna de colaborar con el Dr. Cáceres.