Eduardo Cáceres Graziani
Javier Arias Stella
Han hecho bien el Dr. Andrés Solidoro, y sus colegas del Instituto de Enfermedades Neoplásicas, en hacer un alto en nuestras labores y utilizar algunos momentos de reflexión para subrayar el significado y valor de la trayectoria vital del Dr. Eduardo Cáceres Graziani. Los médicos continuamos parcos en el análisis de nuestra profesión sin ser capaces de superar la afirmación de Basadre, que ya nos recordó en su Historia de la República del Perú qué, cito, "los médicos no han hecho el estudio organizado ni de las hermosas batallas que han ganado, desde la creación de la República, ni de las nobles figuras que las han dirigido" (1). Con pocas excepciones, como es el caso del Dr. Roger Guerra-García y sus libros (2-4) exaltando la figura de Alberto Hurtado como médico, investigador, educador y ciudadano, son los menos quienes se han ocupado en verdad de figuras de nuestra medicina que merecen relie-varse. Por ello felicito la iniciativa del Dr. Solidoro.
En el Perú puede considerarse el inicio de la medicina occidental, institucionalizada e hipocrática cuando, en 1792, Hipólito Unanue, logró finalmente inaugurar el Anfiteatro Anatómico en ceremonia solemne con presencia del Virrey. En este Anfiteatro Anatómico, del Hospital San Andrés de Lima, Unanue organizó las conferencias clínicas de medicina y cirugía, donde hacía presentación de casos semanalmente. La enseñanza, hasta entonces oscurantista y medieval, alcanzó así un nivel más racional y académico. Para mejor ubicamos, recordemos que Morgagni, el padre de la Anatomía Patológica en el mundo, había publicado ya su célebre tratado "De sedibus el Causis Morborum per Analomen Indagatis" en 1761 (5). Tres décadas después se enseñaba ya, con un cimiento de Anatomía Patológica derivado de autopsias, las primeras bases científi-cas de la Medicina en el Perú.
La inteligencia, talento y brillo singular de Unanue, prácticamente, guió e iluminó la medicina peruana a fines de la Colonia y al comienzo de la República, que, a pesar del atraso de las condiciones materiales de esa etapa, logró, por algunos años, alcanzar algún nivel que ha merecido un grado de consideración por las contribuciones de este hombre excepcional y de algunos de sus seguidores. Sin embargo, desde entonces, y casi como una característica de la evolución de la medicina peruana, ésta se ha perfilado por etapas con destellos de luz por figuras sobresalientes y largos periodos de estancamiento, depresión y abandono. Es dentro de este contexto que debemos configurar la contribución que le cupo al Dr. Eduardo Cáceres Graziani durante su desarrollo profe- sional.
El brillo de la etapa de Unanue se fue como un triste ocaso cuando éste desapareció, pues no preparó ni dejó sufi-cientes seguidores. La creación de la Facultad de Medicina de San Fernando, la presencia de Cayetano Heredia, y de la pléyade de jóvenes que él envió a Europa buscando nuevos aires para nuestra Escuela Médica, dieron paso a otra etapa de esperanza y renovadas luces. La debacle de la guerra del Pacífico hundió al Perú en todas sus actividades y en particular a la medicina en forma dolorosa. La figura de Carrión revivió nuevas esperanzas y así, entrando ya al siglo XX, nuestra profesión ha seguido los azarosos vaivenes del subdesarrollo donde la ignorancia, la improvisación y la desunión han sido las fuentes principales para no lograr plenamente las metas de progreso perseguidas. Somos buenos en exponer, describir, muchas veces con exquisitez, nuestra realidad social, cultural y política. Somos ricos en narradores, diagnosticadores y hasta pontificadores de nuestras debilidades, defectos y errores. Sobran frases célebres como: "El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro" (Antonio Raimondi), "Hay hermanos muchísimo que hacer" (César Vallejo), "El Perú es un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus" (Manuel Gonzáles Prada), "El Perú es un país de oportunidades perdidas" (Jorge Basadre), etc. Hemos sido y somos pródigos en pensadores, pero no igualmente fructíferos en ejecutores.
Soy un convencido que los hombres se miden y distin- guen por la influencia y permanencia que sus aportes, intelectuales o ejecutorias, tienen en la actividad local, regional y mundial. Por ello, señalé hace algún tiempo, que la contribución del Dr. Hurtado, en su breve paso por la cima de la medicina peruana, lo colocaba entre esos pocos que han logrado ejecutorias, que aunque breves, significan grandes saltos en la medicina nacional (6).
Sin duda en el siglo XX pasado, otro hombre que ha alcanzado esa talla y dimensión por su voluntad, esfuerzo y logros ha sido el Dr. Eduardo Cáceres Graziani, a quien hoy dedicamos este homenaje. Le tocó a él desenvolverse profesio-nalmente, justo en el periodo en el que el Cáncer, como enfermedad, por los cambios ocurridos en la sociedad, en los hábitos nutricionales, en las formas de vida, en el uso de implementos y sustancias derivados de las nuevas tecnologías, etc., comenzó a constituirse progresiva e incrementadamente, en una de las causas nosológicas más importantes de la humanidad. Un dato, que podemos dar al respecto, sin pretender adjudicarle valor estadístico por la naturaleza del material estudiado, es el que hemos obtenido recientemente. En un estudio de las primeras 1,000 autopsias practicadas en nuestro Instituto de Patología y Biología Molecular, entre los años 2001 y 2003, hemos encontrado la ocurrencia de alguna forma de cáncer en el 57% de los casos, (7) 1 lo que indica la magnitud de la incidencia de esta enfermedad en el presente. Si tenemos en cuenta que en la Tesis del Dr. Alberto Cuba Caparó (8) estudiando 1645 autopsias del Hospital Loayza, practicadas en los lustros previos a 1944, encontró que la causa de muerte correspondía solo en el 4% a neoplasias malignas; y que en la tesis del Dr. Juan Takano (9), de 1453 autopsias también del Hospital Loayza, una década después, esa incidencia subió al 12.5%, cualquiera que sea, obviamente, la heterogeneidad de estas distintas series de autopsias, la cifra que hemos señalado en nuestro estudio indica el tremendo incremento de este proce-so en nuestro medio.
Como ya se ha señalado el día de hoy, el Dr. Eduardo Cáceres Graziani luego de graduarse en la Universidad Mayor de San Marcos y trabajar en el Hospital Dos de Mayo, viajó de 1943 a 1948 a estudios de Postgrado en Northwestern University, Chicago Tumor Institute, de 1948 al 1951 estuvo asociado al Memorial Hospital Cancer and Allied Diseases en Nueva York, de donde fue reclutado para dirigir en 1952 el entonces llamado Instituto de Radioterapia. Tenía 37 años cuando aceptó el desafío de dirigir una institución a la que, desde entonces, se denominó Instituto Nacional de Enferme-dades Neoplásicas y premunido de enorme energía y de los conocimientos que había acumulado en su estadía en el Memorial Hospital for Cancer de Nueva York, logró organizar una Institución sólida a cuyo concurso convocó a los profesionales más competentes de las diversas especialidades en el país. Al conmemorar las bodas de plata de la Institución, el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas realizó una publicación 2 (10) donde, con detalle, se analizan las reformas introducidas por el Dr. Eduardo Cáceres y los logros educacio-nales, asistenciales, organizativos que le tocó a él desarrollar.
Conviene aquí subrayar algunos rasgos singulares de su ejecutoria. Fomentó el trabajo en equipo, implantó el Sistema de Residentado Médico en la especialidad oncológica, alentó y estimuló a los médicos jóvenes, y promovió una labor asistencial, docente y de investigación. Irradió sus conocimientos a países vecinos donde dejó su huella como promotor de la especialidad oncológica. Por años trabajó en su Institución a tiempo completo y dedicación exclusiva hasta que la incomprensión de unos pocos le obligaron a abandonar este autoimpuesto y austero régimen.
Habiendo creado el servicio de Epidemiología, el Archivo de Historias Clínicas y Registro del Cáncer, en sus últimos años dedicó especial atención al Registro de Cáncer de Lima Metropolitana haciendo publicaciones periódicas con el concurso de agencias internacionales y de especialistas nacionales y extranjeros. Lamentablemente esta tarea se ha interrumpido.
Su ejemplo ha sido seguido por colegas de Bolivia (11), Ecuador y otros países, que han reconocido el estímulo y aliento que recibieron para este objeto de Eduardo Cáceres Graziani.
Con justicia hoy la Institución que él creó lleva su nombre. Pero no es suficiente, sus colegas tienen el imperativo, si verdaderamente quieren hacer honor a su memoria, de redoblar esfuerzos, continuar con fluidez y oportunidad el Registro de Cáncer de Lima Metropolitana y modelar su accionar siguiendo las pautas que él ha dejado como ejemplo imperecedero.
Podemos pues, sin temor a equivocamos, afirmar que la trayectoria vital y la ejecutoria del Dr. Eduardo Cáceres Graziani constituye un positivo eslabón en la Historia de la Medicina Nacional.
Bibliografía
- Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. Editorial Talleres Gráficos P.L. ViIlanueva S.A. Lima 1964.
- Guerra-García R. Alberto Hurtado: Médicina e Investigación. UPCH. 1993.
- Guerra-García R. Alberto Hurtado: Médico, Investigador y Educador. 3a edición, UPCH 2008.
- Guerra-García R. Alberto Hurtado Vida Cívica. Tercer Volúmen. UPCH. 2003.
- Morgagni G.B. De sedibus, et causis morborum per anatomen indagatis. Libri quinque. 2 vols. Venetiis, typog. Remondiniana, 1761.
- Arias-Stella J. Significado de la obra del Profesor Hurtado. Tribuna Médica, Tomo XXXIV, N° 12, Junio 1973.
- Aliaga Mancisidor H. Hallazgos anatomopatológícos en necropsias pre-cremación en el Instituto de Patología y Biología Molecular Arias Stella durante el periodo 2001-2003. Tesis para Médico Cirujano, Universidad Particular Ricardo Palma. Lima 2005.
- Cuba Caparó A. Estudio anatomopatológico y estadístico de 1645 autopsias. Hospital Arzobispo Loayza. Tesis de bachiller UNMSM, 1944.
- Takano Morón J. Estudio anatomopatológico en 1453 autopsias realizadas en el Hospital Arzobispo Loayza. Tesis de bachiller UNMSM, 1955.
- Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas. 1952-1977. Publicación INEN, Editora ltal Perú S.A.
- Ríos Dalenz J. El Dr. Eduardo Cáceres Graziani y su contribución a la Oncología Boliviana. Archivos Bolivianos de Historia de la Medicina. 2002;8(2).
1 De las 1000 autopsias, 527 correspondieron al sexo masculino y 473 al sexo femenino. En el 20% de los casos la neoplasia se presentó en la forma de carcinomatosis generalizada, sin primario reconocible y constituyó la causa fundamental del exitus fatalis; en el 37% restante la presencia de la neoplasia estuvo asociada a alguna forma de condición terminal cardio respiratoria. En cuanto a los tipos de neoplasia, el primer lugar correspondió, en ambos sexos, a la carcinomatosis generalizada, el segundo lugar, también en ambos sexos, al cáncer pulmonar, en tercer lugar al carcinoma de páncreas en el hombre y al carcinoma de mama en la mujer, en cuarto lugar al carcinoma gástrico, en ambos sexos, y en quinto lugar, al cáncer renal en varones y al cáncer de colon en mujeres.
2 En esa publicación se expone con amplitud el modelo organizativo diseñado por el Dr. ECG, se enumera a sus principales colaboradores y se suministran cifras, sobre enfermos atendidos, operaciones practicadas, profesionales adiestrados y publicaciones realizadas. Se menciona también el apoyo recibido del Comité de Apoyo y Ayuda al Pabellón de Niños del Instituto, (a Fundación Peruana de Cáncer y la liga Peruana de lucha contra el Cáncer). INSTITUTO NACIONAL DE ENFERMEDADES NEOPLÁSICAS 1952-1977.
Creo que es de justicia el subrayar hoy algo que los actuales médicos no tienen presente. En el Perú el primero en hablar e intentar una liga Peruana de lucha contra el Cáncer fue el doctor Juan José Mostajo Vargas, quien, a su retorno de Europa, alrededor de los años veinte del siglo pasado, en su consultorio (calle Pacay, Lima) forma un grupo de trabajo. Él gestionó ante las autoridades de turno la creación de un centro especializado para enfrentar el problema del cáncer. Realizó la primera laringectomía total por cáncer laríngeo y el primer vaciamiento ganglionar cervical por esta dolencia.
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