Violencia contra la mujer en el Perú

La violencia contra la mujer (VCM) es definida como cualquier acto de violencia basada en el género que produzca o pueda producir daños o sufrimientos físicos, sexuales o mentales en la mujer, incluidas las amenazas de tales actos, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como en la privada

Percy Pacora Portella (1) , Rommy Kendall Folmer (2)

Introducción

La violencia contra la mujer (VCM) es definida como cualquier acto de violencia basada en el género que produzca o pueda producir daños o sufrimientos físicos, sexuales o mentales en la mujer, incluidas las amenazas de tales actos, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como en la privada. La VCM abarca también la violencia física, sexual y psicológica que se produce en el seno de la familia y en la comunidad en general, incluidas las palizas, el abuso sexual de niñas, la violencia relacionada con la dote, la violación marital, la mutilación genital femenina y otras prácticas tradicionales dañinas para la mujer, la violencia no conyugal y la violencia relacionada con la explotación, el acoso sexual y la intimidación en el trabajo, en las instituciones educativas y en cualquier otro lugar, el tráfico de mujeres, la prostitución forzada y la violencia perpetrada o tolerada por el Estado (1). Todas estas formas de violencia se asocian a desigualdades de poder: entre mujeres y hombres, entre los niños y sus cuidadores y, con las crecientes desigualdades económicas, tanto dentro de los países como entre ellos. Aún reconociendo las muchas formas de violencia contra la mujer existentes, este articulo se centra en la violencia doméstica y sexual contra las mujeres.

La violencia contra la mujer es una de los mayores daños que se infringe a la sociedad porque daña a la familia, donde la mujer cumple un rol fundamental como fuente de vida y de amor. El embarazo constituye la continuación de la vida y la perpetuación de la especie, por lo tanto, se constituye en el evento más importante de toda la humanidad. Sin embargo, cerca del 60% de los embarazos en el Perú no han sido deseados, ni planificados por los padres y constituyen embarazos de muy alto riesgo para la salud materna y fetal (2). Ya que la privación social y afectiva de la madre se asocia a alteraciones anatómicas y funcionales del feto y recién nacido (3).

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la violencia es un problema de salud pública que esta aumentando a niveles de pandemia en todo el mundo. Los expertos aseguran que es prevenible. En el 2000, murieron en el mundo 4,400 personas, víctimas de la violencia. Desde la perspectiva de la Salud Pública, la violencia es un fenómeno o evento predecible y posible de ser prevenible para controlarlo y contribuir a su disminución.

Situación de la mujer en el Perú

Tenemos una población estimada en 27 millones, de la cual el 50.1% (13E628,424) son mujeres. El número de mujeres en edad fértil (15 a 49 años de edad) asciende a siete millones (28,2%) (3).

La esperanza de vida al nacer en mujeres es de 73 años y en varones es 68 años. La mujer peruana se encuentra en particular situación de privación social.

Educación

El porcentaje de analfabetos mayores de 15 años es de 13,8% en mujeres y 4,7% en hombres, dando un índice de 2,94 mujeres analfabetas por cada hombre analfabeto. El porcentaje de personas entre 15 a 24 años matriculados en la secundaria es de 85,8% en mujeres y 92% en varones; y de matriculados en enseñanza superior es de 31,4% en mujeres y 32,2% en varones (4).

Economía

El porcentaje de población urbana en actividad económica es de 54% en mujeres y 74% en varones, dando un índice de 0,7 mujeres en actividad económica remunerada por cada varón. El porcentaje de mujeres remuneradas en el sector no agrícola es de 35%. El sueldo que reciben estas mujeres representa el 67% de los que recibe el hombre. Existe además un índice de 1,7 mujeres por cada varón dedicadas en sectores de baja productividad.

En la población urbana de 15 años o mas que trabaja, existe un índice de 2,4 mujeres por cada varón que no es remunerado; existe 1,7 mujeres por cada varón mayor de 15 años sin ingreso propio. Respecto a la condición de pobreza, se observó que para el año 1998, el 20,7% de las mujeres entre los 6 y 16 años se encontraban en extrema pobreza (5).

Salud

La tasa de natalidad proyectada para el quinquenio 2000 – 2005 fue de 22 nacimientos por cada mil habitantes (5). La tasa global de fecundidad (hijos por mujer) en el período 2004-2005 fue de 2,5.
El porcentaje de mujeres menores de 20 años que tuvieron un parto atendido por un profesional de la salud en el año 2004-2005 fue de 15% y de 17% para las mayores de 35 años (7). Algún tipo de anemia fue reportada en el 31.6% de las mujeres en el año 2000 (6) y en el período 2004-2005 se reportó 28.6%.(7).

La tasa de mortalidad materna entre 1997 al 2003 fue de 185 por 100,000 nacidos vivos y dos mujeres fallecen diariamente en el Perú durante el proceso de la reproducción. Entre los años 1997 al 2002 la tasa de muerte por 100,000 mujeres por cáncer de cuello uterino fue de 20 y por cáncer de mama fue de 11. Entre 1999 al 2002, la incidencia anual de casos registrados de SIDA por un millón de habitantes fue de 12,5 mujeres y 37,7 varones. En el 2003 la prevalencia de VIH/SIDA en población de 15 a 49 años fue de 0,5. El 34% de los pacientes que eran portadores de VIH/SIDA fueron mujeres.

Violencia contra la mujer

El 33% de mujeres que han estado unidas alguna vez, con rangos que fluctúan entre 15% y 52%, han sufrido alguna forma de violencia física por parte de sus parejas (8). La violencia basada en género representa la mitad de las muertes violentas de mujeres en el mundo (9). El feminicidio es la sexta causa de muerte de mujeres entre 15 y 49 años. Anualmente más de mil mujeres mueren por violencia de sus parejas y 3 millones sufren abuso físico de parte de sus maridos o novios. El 20% de niñas y más de 5% de niños sufre de abusos sexuales, casi siempre de familiares o conocidos. Una de cada cuatro mujeres adultas sufrirá un ataque sexual por parte de su pareja a lo largo de su vida (10). A pesar de sus serias implicaciones y predominio elevado, la violencia sexual ha sido prácticamente ignorada. Estando incluida muy ocasionalmente dentro de los programas que proporcionan el cuidado médico sexual y reproductivo para las mujeres. La violencia sexual merece una atención mucho mayor por varios motivos: implica una violación seria de derechos humanos, tiene consecuencias severas para la salud mental y física de las víctimas y tiene una alta prevalencia (11). La figura 1 muestra la frecuencia de la violencia física contra la mujer peruana en año 2000 (6).

Figura 1. La violencia física contra la mujer peruana en el año 2000.
Fuente: INEI-ENDES 2000 (6).

 

En el 2002 se registraron 82,018 denuncias por maltrato a la mujer, interpuestas a nivel nacional y 35 casos de feminicidio. Sin embargo, en el 2004, los casos de feminicidio ascendieron a 100 (9).

En un estudio multi pais, que incluyó al Perú, el 51% de mujeres entrevistadas en Lima y 69% en Cuzco reportaron haber sufrido alguna vez violencia física o sexual por parte de su pareja. Del total de mujeres alguna vez embarazadas, el 14.8 % fue víctima de violencia física durante el embarazo en Lima y 27.6%, en Cuzco (10). Otro dato importante es que el 48.5% de las víctimas habían mantenido una relación sentimental con el agresor. El 14.3% tenia algún vínculo de parentesco con el agresor y en el 20% de los casos el agresor fue un conocido de la víctima.
El 9% de mujeres informaron haber sido forzadas a tener relaciones sexuales en algún momento de sus vidas. El 23% de mujeres reportaron golpes con puño u objeto, existiendo también algunas diferencias en este caso. El tipo de violencia es mayor en mujeres divorciadas, separadas o viudas, mujeres con edades entre 40 a 44 años, las que no tienen nivel de educación y las residentes en la selva. De la totalidad de mujeres que han sido maltratadas o golpeadas, 40% pidieron ayuda a una persona cercana a ella y tan sólo una de cada 10 acudió a una Institución a pedir ayuda (10).

Violencia física de la pareja durante el embarazo

Entre las mujeres que habían estado embarazadas alguna vez, el 15% en Lima y 28% en Cusco habían sufrido violencia física en por lo menos un embarazo. De estas, un tercio en Lima y más de la mitad en Cusco, habían sido golpeadas con el pie o con el puño en el abdomen. En prácticamente todos los casos el autor de hechos había sido el padre del hijo que llevaba la mujer. En América, una mujer embarazada es mucho más probable que sea asesinada, casi siempre por su compañero sexual, en vez que ella muera por una enfermedad durante el embarazo (9).

Efectos de la violencia infligida por la pareja en la salud de la mujer

Las mujeres violentadas, física, sexual o psicológicamente, están más predispuestas a presentar ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático, abuso de alcohol y otras drogas, abuso de psicofármacos, ideas e intentos suicidas y a considerar a su salud en general como en mal estado (12). Las mujeres que habían sido victima de agresión física por parte de su pareja tenían una probabilidad dos veces mayor de afirmar que su salud general era mala en comparación con las mujeres que nunca habían sido maltratadas. Entre los síntomas físicos más frecuentes citados por las mujeres maltratadas se destacan dolores, mareos, problemas al andar y flujo vaginal (10).

Se observa un mayor deterioro de la salud de la mujer violentada cuando el perpetrador es la pareja. En general hay una marcada asociación con la aparición de síntomas físicos como: cefalea o “ardor de la cabeza”, dolores musculares, dolores crónicos, infecciones, alteración del apetito y molestias digestivas, problemas ginecológicos y sexuales. Las lesiones genitales son más frecuentes en las víctimas jóvenes o mujeres en la tercera edad, e incluyen laceraciones, abrasiones, hematomas, equimosis y edema. Las consecuencias a largo plazo más frecuentes son un trastorno de estrés post traumático, embarazo no deseado y una infección de transmisión sexual (11).

Las mujeres que habían sido victimas de actos de violencia de parte de sus parejas tenían probabilidades significativamente mayores de haber tenido abortos provocados o espontáneos que las mujeres no maltratadas (10). Recientemente, se ha encontrado que las pérdidas embrionarias tempranas en forma espontáneas se asocian con niveles elevados de hormonas de estrés tales como el cortisol (13). Y se reconoce que el exceso de cortisol materno, como consecuencia de la privación social y afectiva, puede generar teratogénesis en el hijo. La sobre exposición fetal a glucocorticoides endógenos maternos le expone a detención en el crecimiento fetal alteraciones en el área neuroendocrina, en la esfera afectiva, el sistema cardiovascular y el sistema inmunológico del feto humano (3) ( Figura 2).

Figura 1. La privación social y afectiva de la madre genera teratogénesis en el hijo. El abandono social y afectivo intenso en la madre repercute en su eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, desencadenando mayor concentración de cortisol y hormonas simpaticomimétricas. El exceso de cortisol materno supera la capacidad de la enzima placentaria humana 11-beta hidroxiesteroide deshidrogenasa (11-bHSD) tipo 2, la cual transforma el exceso de cortisol y corticosterona materno en sus metabolitos inactivos cortisona y 11-dehidrocosticosterona. La sobreexposición fetal a glicocorticoides endógenos maternos le expone a detención en el crecimiento fetal, alteraciones en el área neuroendocrina y en la esfera afectiva, el sistema cardiovascular y el sistema inmunológico del feto humano. Si el feto nace vivo, el ser humano presentará defectos en la función de estos sistemas en la vida postnatal. Las hormonas vasoactivas epimefrina y la norepinefrina también suprimen la producción de 11-bHSD tipo 2 en las células trofoblásticas humanas, agravando el efecto de los corticoides en el feto.

 

Salud mental y Violencia Política en la Mujer Peruana

En el año 2003, la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) concluyó que las mujeres de las comunidades fueron víctimas de asesinatos indiscriminados y sometidas a un régimen de terror y obediencia. Niñas y jóvenes fueron reclutadas para ser parte de los grupos subversivos, muchas de ellas fueron forzadas a uniones no deseadas. Las mujeres representaron el 20% del total de muertos y desaparecidos, 51% fueron quechua-hablantes de la zona andina, 34% eran analfabetas, 32% solteras, 48% tenían entre 10 y 30 años y el 8% eran niñas menores de 10 años. El 80% de ellas vivían en la zona rural y su ocupación principal era la agricultura, el comercio y amas de casa. Considerando las diferencias de género y forma de muerte se concluyó que las mujeres murieron más en asesinatos grupales (14).

Pedersen e investigadores (15) realizaron un estudio en zonas alto andinas de Ayacucho, donde encontraron que el grado de afectación en la salud mental en la población expuesta al conflicto armado en las décadas de violencia política fue considerable. La prevalencia de los problemas de salud mental (reales o potenciales) detectados en este estudio transversal fueron elevados y representaron el 73% de la población adulta encuestada. La población más afectada se encontró entre los adultos mayores de sexo femenino, analfabetas, viudas/os o separadas/os, y en aquellas que realizaban trabajos familiares no remunerados. En otro estudio realizado en poblaciones que estuvieron expuestas a violencia política en comunidades de Ayacucho, se hallaron también altos porcentajes de sintomatología traumática (16).

La mujer andina expuesta a violencia política tuvo que preservar la integración familiar después de sufrir la pérdida del esposo o sus hijos y afrontar la constante amenaza sobre su vida y los parientes sobrevivientes. Para estas mujeres el haber seguido viviendo ante un medio adverso, con pobreza o pobreza extrema, diferencias culturales, desplazamiento forzado, llevando consigo recuerdos traumáticos y sin haber podido experimentar reparación alguna, de una u otra manera han impreso características a su manera de percibir, interpretar, pensar, planear , sentir la vida y su vida.

Estudios americanos realizados en inmigrantes latinos que estuvieron expuestos a violencia política, demostraron que el daño de la calidad de vida asociada a la salud (CAVS) fue más severo del que los investigadores habían anticipado, los sujetos expuestos padecían de dolores crónicos, limitación funcional física y una merma de su CAVS, siendo esta última comparada con el grado de afectación observada en las enfermedades crónicas (17).

Estudios Epidemiológicos realizados por el Instituto Nacional de Salud Mental (INSM) en Lima Metropolitana, la sierra y la selva del Perú han demostrado que las mujeres que sufren abuso sistemático manifiestan escasa o nula confianza en la protección del estado peruano, con cifras de 89,7%, 84,2% y 75,7% respectivamente (18-20). Por otro lado, la experiencia recogida por los Equipos Técnicos Itinerantes de Salud Mental del INSM del Ministerio de Salud, arrojan porcentajes elevados (entre 57% y 63%) de atenciones de mujeres que acudieron presentando cuadros depresivos, de ansiedad generalizada y trastorno de estrés postraumático (21).

Conclusiones

La violencia contra la mujer es un problema de salud pública en nuestro país, el cual ha sido subestimado hasta la actualidad. Más de la mitad de las mujeres en el Perú han sido víctima de agresión física. La población en general, particularmente la población masculina, los líderes sociales y los hacedores de justicia y políticas de estado, debieran conocer las graves consecuencias de la violencia y sus efectos a corto y largo plazo en la salud de la mujer, en la salud del hijo y en el desarrollo futuro de la familia (Tabla 1).

Si existen mujeres victimas, es porque existen varones agresores. Por lo tanto, urge iniciar un programa de promoción de la salud mental, de buen trato y de cultura de paz en la población general, desde el hogar y en la escuela, el cual nos permitiría prevenir actitudes y conductas violentas en los seres humanos del futuro, mejorando el estado mental de la mujer y su situación social. Con esta estrategia basada en la solidaridad, podemos asegurar no sólo la continuación de la vida y la perpetuación de la especie humana, sino también, establecer las condiciones reales para el desarrollo social.

 

Bibliografía

  1. Organización de las Naciones Unidas. Asamblea General. Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. 23 de febrero de 1994. Fecha de acceso: 30 de julio de 2006. URL disponible en: http://www.unhchr.ch/huridocda/huridoca.nsf/(Symbol)/A.RES.48.104.Sp?Opendocument
  2. Ferrando D. El aborto inducido en el Perú: Hechos y cifras. Centro de la Mujer Flora Tristan, Pathfinder Internbacional, Fundación Ford, Lima (Perú) 2002. Disponible en la World Wide Web: <http://www.abortolegal.org/aborInducPeru.doc
  3. Pacora P, Capcha E, Esquivel L, Ayala M, Ingar W, Huiza L. La privación social y afectiva de la madre se asocia a alteraciones anatómicas y funcionales en el feto y recién nacido. An Fac Medicina Lima. 2005;66(4):282-289.
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  7. Instituto Nacional de Estadística e Informática. Perú: encuesta demográfica de salud familiar. ENDES continua 2004 – 2005. Informe Preliminar. 2005. Lima, Perú.
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  9. ISIS Internacional. Banco de datos Feminicidio. La violencia contra la mujer: feminicidio en el Perú. Octubre 2005. Fecha de acceso: 19 de mayo de 2006. URL disponible en: http:// www. Isis.cl/Feminicidio/doc/documentosper%Fa.doc
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  24. Pacora P, Ticona M, Ingar W, Ayala M. El desarrollo social y la solidaridad humana se asocia a menor frecuencia de enfermedad materna y perinatal An Fac Med Lima 2005;66 suppl:S61.

1 Departamento de Ginecología y Obstetricia, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
2 Instituto Especializado de Salud Mental “Honorio Delgado-Hideyo Noguchi”. Programa de Capacitación para la Atención Integral de las Vííctimas de la Violencia. Facultad de Medicina Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), Lima – Perú.

Fihu

La FIHU es una institución creada en el año 1967 por la Asociación Nacional de Laboratorios Farmacéuticos, ALAFARPE, con la finalidad de promover la investigación, la enseñanza y la divulgación científica en el campo de las profesiones médicas y estimular el perfeccionamiento de éstas.